Previo a la ordenación diaconal, vivirá el retiro que para él será un espacio para volver a encontrarse con Jesucristo, el amigo a quien le contará lo que está viviendo y le pedirá que le siga acompañando en su misión.
El 27 de septiembre, la Arquidiócesis de Cuenca celebrará la ordenación diaconal de René Yunga y Jorge Varela. Dos jóvenes seminaristas que han concluido su formación en el Seminario Mayor “San León Magno”.
René Romeo Yunga Mayaguari tiene 31 años, sus raíces son indígenas, nació en la comuna Chunazana, del cantón Nabón. Es el tercero de ocho hermanos. Creció en medio de sus cinco hermanas y su madre, por eso las labores domésticas no le son ajenas. Estudió en la escuela bilingüe “Fernando Daquilema” y en el colegio en Rañas. Aunque no ingresó a la universidad por razones económicas, ha sido el primero de su familia que terminó el colegio.
Su inicio en la Iglesia se da con el padre Juan López, quien le involucró en los servicios de la parroquia. También colaboró con las religiosas Lauritas desde la pastoral juvenil.
René recuerda que emigró a Cuenca buscando oportunidades laborales. Trabajó como albañil y taxista. También ha sido bombero en el cantón El Pan.
Fue un choque fuerte la realidad de la ciudad. Confiesa que se dejó confundir entre las fiestas y el alcohol, pero llegó un momento en que se planteó qué estaba haciendo de su vida. Recuerda que un día caminaba por la Plaza de las Flores, vio la iglesia abierta y entró. Al salir se sentía renovado. Regresó para colaborar con las religiosas Lauritas.
Ingresó al seminario el 3 de septiembre de 2017. Sus padres no estaban muy contentos con la decisión, pues querían que René se casara y tuviera hijos.
Para René tampoco fue fácil adaptarse al seminario, pues allí había jóvenes de diferentes lugares y estratos sociales. Con la ayuda de Dios, fue madurando su fe y descubrió que allí es donde quería estar.
Eran once seminaristas, pero llegó al final de su formación solo. Por eso se preguntaba ¿por qué solo él, si hubo otros con mayor formación? Dios da los medios y las personas.
Hoy su madre está contenta y se siente realizada. Su padre, un hombre de pocas palabras, está contento al ver feliz a su hijo.
En su experiencia pastoral ha disfrutado de la cercanía de la gente, de su desprendimiento y entrega cariñosa.
Puede decir que vale la pena esta experiencia. “Vale la pena ofrecer este servicio a Dios, ser Cristo para el otro”.