Para la despedida, la Arquidiócesis de Cuenca organizó una misa en los exteriores de la Catedral. Más de 5 mil fieles coparon el parque Calderón y las calles aledañas. Para esa misa, la imagen lució un vestido blanco con adornos y apliques en rosado y dorado. Monseñor Marcos Pérez, Arzobispo de Cuenca, destacó en la homilía que, con la visita de la Virgen a Cuenca, hemos sido congregados para alabar al Señor. “Hemos llegado de manera espontánea. La Virgen María en esta preciosa advocación de El Cisne, ha venido para recordarnos lo que Jesús nos enseñó. Decimos que es la gran catequista del pueblo, a ella todos le entendemos, porque ella tiene el lenguaje de la madre buena. Ha venido a visitarnos para recordarnos que somos hijos de Dios, Ha venido a trabajar en el corazón de cada azuayo, y nos hemos sentido atraídos por su amor y enseñanza. Nos recuerda que como ella, nosotros también hemos sido llamados y enviados a Evangelizar”.
El Mariachi Garibaldi le ofrendó lo mejor de su repertorio. Así se fue de Cuenca la imagen de la Virgen de El Cisne, dejando miles de corazones ardiendo de amor por Cristo y María.


































































