Jorge Varela fue monaguillo y catequista, también se vinculó al camino neocatecumenal. Participaba en las peregrinaciones, donde aprendió a madurar en la fe.
“Mira Señor, si esto no es para mí, tú mismo muéstrame el camino”. Esta frase tantas veces repetida por el seminarista Jorge Varela, ha sido como una brújula en su camino de formación para el sacerdocio. Hoy a pocos días de recibir el diaconado transitorio, está consciente que Dios le ha ido abriendo las puertas en este proyecto. “Yo he sido bastante necio, pero el Señor me ha ido mostrando el camino. Estoy dispuesto a ir a donde Dios me necesite”, comenta.
Jorge Luis Varela nació en El Carmen, Manabí. Es el primero de cinco hermanos, también el primer nieto. Vivía en el campo con sus padres Vicente y Pabla, pero su abuela lo llevó a la ciudad para que estudie. Tuve dos mamás, confiesa. Los fines de semana se escapaba para jugar con sus hermanos. Tenía permiso de tres horas, pero regresaba a los tres días. Sus mamás le llevaban a misa. Al salir su abuela le compraba un helado, ese era el enganche, comenta. Por temas laborales la familia, emigró a Quito.
Fue al seminario Redemptoris Mater, pero salió porque quería estudiar y trabajar. Durante un año trabajó en la producción de Ecuavisa, pero luego cambió de trabajo. Tuvo una novia con la que pensó casarse, pero en el 2011 luego de participar en la Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid, cambiaron sus planes. De regreso a Ecuador decidió terminar la relación y avanzar con su camino vocacional. Fue al seminario en Bélgica, pero por enfermedad regresó a Ecuador. Por un quiste que le detectaron en la cabeza tuvo que tomar un tratamiento en Cuenca. Aquí compartió con el Padre Marcelo Gómez. Al fallecer su madre le sobrevinieron muchos vacíos existenciales, que desencadenaron en su salida del seminario.
Jorge Varela entró a un proceso de discernimiento para retomar luego su proceso vocacional. A través del padre Gustavo Rosales fue admitido en el seminario “San León Magno” de Cuenca. Así, dejó que Dios llevará las riendas de su vida. A través del servicio pastoral ha aprendido a valorar la enorme fe y religiosidad del pueblo católico.
Pronto vivirá el retiro que para él es muy importante, porque estará a solas con Cristo para decirle “aquí estoy para hacer tu voluntad”. A los jóvenes que sienten el llamado de Dios, les dice que den el primer sí, el resto lo hace el Señor.