El 19 de julio, Monseñor Marcos Pérez presidió la Eucaristía en la Catedral de la Inmaculada, en la que se pidió por el cuidado de la creación y la defensa del agua. De su homilía extractamos estos pensamientos:
“Todos estamos invitados a contemplar la belleza de la creación: nuestros ríos, montañas, árboles y toda la obra de Dios. La casa común es el regalo de Dios, por eso le damos gracias y le pedimos por la custodia de la creación. A la vez que nos comprometemos a cuidarla.
La liturgia eucarística representa la vida, es la celebración gozosa de nuestra fe en el Dios de la Vida. Vida presente en cada criatura, especialmente en el hombre y la mujer, creados a imagen y semejanza de Dios. En la liturgia usamos muchas veces el agua como signo de purificación y de bendición: en el bautismo, en el rito penitencial, en la bendición de personas, imágenes y lugares.
Al principio de la Misa pedimos perdón, suplicamos por nuestra conversión. Tenemos que pedir también por la conversión de muchas personas que aún no reconocen la urgencia de cuidar nuestra casa común y que desperdician los recursos naturales.
Momentos fundamentales de su vida pública, Jesús los vivió cerca del agua: Su bautismo en el río Jordán, alrededor del lago rezó muchas veces y llamó a sus primeros discípulos. Sus parábolas están muy vinculadas a la tierra, la agricultura, la pesca, el agua, el cambio de las estaciones.
Nuestra celebración de hoy refleja el compromiso de los católicos de Cuenca en defensa de los legítimos intereses y necesidades de la población azuaya que ve amenazado uno de sus principales recursos naturales. El agua es vida y la vida es sagrada”.


































































